Llega ya la despedida de mis ganas con tu pelo. Y tus manos ya no tiemblan si me acerco. Tengo miedo. Ahora me voy y tengo miedo. Tantos besos escondidos hacen que todo parezca irreal. Los impares (pares de madrugada), las 3 de la madrugada. Domingo. Café. Tortura. Placer de mierda.
Tus eneros inconstantes, tus febreros inexistentes. Marzo, abril, mayo, junio de dolor. El verano de olvidos. Septiembre de sabores. Octubre de puto amor. Noviembre de esperanzas. Diciembre de verdades. Y el tiempo no hace que esto sea más corto, ni que duela menos.
Ojalá nunca te olvides, que no puedas hacerlo.
¿Sabes? Entiendo los odios y los rencores. Y el amor. Y lo oscuro, lo escondido. Entiendo todo menos el miedo a dejarte. Y en esta despedida de lágrimas claras, de revolución, me voy para siempre.
El tintineo de mis pasos alejándome, mirando por encima del hombro para ver si lograbas buscarme. Y nunca dabas ni un paso. Ni lo darás. Cobarde.
Ser valiente es dar besos a cobardes. Y lo he hecho tanto que he crecido en valor y me han atragantado los miedos. ¿Alguna vez me has llorado? ¿Me has echado de menos? ¿Alguna vez te dignaste a no mentirme?
Lo siento por mentirte tanto, por decir que no te quiero, por callarme un "bésame". Lo siento por mis noches de licor y por mis tardes de rencores. Y por los domingos. Lo siento por los domingos que me hicieron quererte. Lo siento por las madrugadas perdidas y mi corazón perdido en tus silencios.
Lo siento, siempre fuiste tú. Y aunque no me quisieses ni me creyeses, lo siento por irme y dejarte tan solo. A ver si así te dejo estar en silencio sin molestarte. Te dejo que te cures ese corazón roto del que hablas. Te dejo para que tus manos sean perfectas. Y de otra.
Te dejo para que sepas lo que es el miedo.
Que del miedo tú me has hecho aprender mucho.
Me voy. En silencio.
Y es un adiós.
Y no un hasta pronto.