No estoy triste, sólo estoy como muerta, por todas esas cosas que dije. Muerta porque sé qué es lo que hacía girar al mundo y, de repente, se ha parado. Tengo miedo. Tengo miedo y a ti te da igual que tenga miedo. Tengo miedo a irme y a quedarme.
Me tiembla el alma, me susurra el viento con palabras raras. Como si fuera tu boca. (Bueno, ¡como si se pudiera asemejar algo a tu boca!). Quiero tenerte frío en las manos, que te tiemblen un instante. Y a la vez no querer volver a verte sin ese detalle.
Se acerca el frío, se acerca el frío, el invierno, el frío. Y yo no miento, no. No prometo, no. No tiemblo ya. Sólo me tiembla el frío.