domingo, 20 de enero de 2013

Duele.

Pero los sueños me entraron por el ombligo, obviando tu lengua. Seguiste creyendo en las mismas cortinas de humo que yo misma inventaba para ignorar mi locura. Dicen que las locuras se tienen que demostrar cuando yo la otra persona te quiere. Pero es que yo no quería que me quisieras, hasta que inevitablemente caí en tu pelo. Mido la largura de tus manos mentalmente, por marcas imborrables en mi cuerpo, de caricias extrañas; saludo a mis recuerdos para que no te vayas. Y duermo sobre papel mojado por lágrimas, no vaya a ser que me entre el calor y llegue a pensar que estás conmigo. Y me vuelva a caer en un terremoto. La palabra promesas la repito demasiado mentalmente, como la palabra besos. Y todo es incumplido, como el hecho de que no me has besado bajo la luvia. Te quiero llover. Pero tus motes cariñosos, tus besos y esas noches se han perdido. Ojalá me leyeses para saber que si quiero algo, son tus labios.

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