que si te miro a los ojos se me puede pegar el miedo que siempre está en ellos.
Y yo soy más de ser valiente.
Voy a leerte a Neruda, a hacerte sentir de cerca lo que significa el amor. Y cuando te asustes de nuevo y huyas, el cielo te gritará sus versos y no podrás evitarme. Y volverás a pensarme con todo ese miedo tuyo.
La vida son portales, besos, mangas arremangadas en puños de acero que aprisionan corazones. La vida es llorar por tu miedo. La vida es reescribirte de madrugada y verte igual en un móvil como en un papel en blanco, donde escribo las líneas rectas como tu rectitud innombrable. Eres rutina, agotamiento, mentira, vino y tabaco. Eres salado como las lágrimas. Eres frío como el acero e inventado como mis cuentos, mis fantasías mas oscuras, dormir con una mano entre las piernas. Calor. Fuego. Y de nuevo frío (como en tu portal). Eres un vestido roto por otras manos, sexo en hoteles con otros hombres, lágrimas en otros hombros y eres pegarme el miedo, a pesar de lo valiente.
Corría por la ciudad para ver el río de noche, agarrada de otras manos, y soñaba con que se parecieran a las tuyas. Corría muy fuerte. No paré nunca. Corrí durante meses y nunca me llegaba a caer del todo. La corriente me dejaba allí, paralizada, presenciando una y otra vez tus ojos y el miedo.
Eres cobarde, cobarde como sólo los cobardes pueden serlo.
Y cuando me levanté, asustada, empapada por el río, por la mano entre las piernas, por el sexo con otros hombres, por las lágrimas con sabor a tu piel. Cuando me levanté seguí corriendo, para que tu pensamiento nunca me alcanzase.
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