lunes, 5 de noviembre de 2012

Never needed anybody.

A veces viene a mi mente la imagen de tu sonrisa cansada. Y de tus ojos rodeados por las ojeras. Y de tus legañas. Y me da miedo quebrar tu cansancio con mis manos. A veces te veo desde lejos, adivinándote de manera instantánea y de tanta adrenalina me libero. Yo siempre fui libre, pero contigo más. A veces llega a mi mente ese despeinado negro y te sueño sonrisas. Y te veo sonrisas, pero con el miedo de mirar más arriba y que tus ojos sigan cansados. Da miedo ver un corazón roto, sentirlo tan cerca. Da miedo cuando algo te atrae tanto que te quemas, como la primera vez que un niño ve una hoguera. Es irremediable acercarse al calor, pero siempre vas con miedo de que las chispas te salpiquen o simplemente caerte dentro y quemarte. Y tu fuego es demasiado grande como para evitarlo. A veces imagino tus manos, que sueño en mi mente, que recogen con fuerza el deseo, de besos, de caricias, de algo más. De romper los secretos y la ropa. De matar la angustia eternamente, de seguir adelante, de que entres en mi como una bocanada de oxígeno, de un modo necesario. A veces te noto los brazos, como quien destaca entre la multitud y abriga el alma de los demás, con ese calor, esa dulzura entremezclada con una irremediable dureza. Es sencillo imaginar y tan difícil controlarse cuando mi imaginación se desborda. Que bañen mis lágrimas tu sudor. Que algún día esa sonrisa se convierta en un beso eterno.

"Recuerden, recuerden un cinco de noviembre. Conspiración, pólvora y traición.", Salamanca.

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