domingo, 22 de septiembre de 2013

Incertidumbre.

Y cuando vuelven las noches de incertidumbre, ahora sólo siento que puedo escapar. Y ya no hay desesperación ni lágrimas. Como si hubiese dejado de sentir. Y me vuelvo loca en esa falta de todo.

Querría morirme a cada segundo.

Un año más. Un año raro. Un año de amores no correspondidos, de miedo, de ser sólo yo. Un año de no estar nunca sola. Una locura.

No me acuerdo bien de cómo se respiraba antes de ti. Ya no eres el más grande. Ya no eres un terremoto. Sencillamente ya no eres.

Sólo sé que puedo. Porque tú no existes. Y te querría, pero me sale más rentable seguir. Y ver qué pasa. Nada de desesperarnos. Ni esperarnos. Yo a ti no te espero, que el reloj va a hacer que me pierda. Y perdida estoy mejor sin ti que contigo.

Me voy, me voy, me fui. Con tus "no, por favor". Con todo. Sin nada. Contigo. Sin ti. Vamos a frenar.

Y no me fui, qué remedio.

sábado, 14 de septiembre de 2013

¿Y si ya no hay títulos para tantas palabras?

Tú creías que yo tenia tiempo para todo. Y sólo tenía tiempo para ti. 

Porque caminar sola me hacía pensar en cómo sería caminar contigo, y la música resonaba y yo me imaginaba que eras tú que venías a cantarme. De repente, al lado de Anaya. Y que te veía aparecer por aquella cuesta, o venir de qué se yo dónde con un abrigo largo mientras oscurecía en Salamanca. 

La ciudad me sabe a tus besos. Y sueño, siempre, que cantamos juntos, y bajamos a ver la luz del puente en pleno invierno. Que nos fundimos en una sombra extraña con esos gorros viejos. Y que tus manos llevan guantes y yo voy siempre descalza.

A veces me entra el miedo y sé que me dejas. Y cuando te vas se me revuelve el estómago y lloran las mariposas de dentro. Que yo sin tus ojos, no puedo mirar a otros ojos.

Y doy vueltas y vueltas a tu manzana, borracha, quizás. Con la locura en los ojos llorosos, cayendo a un abismo imposible. Mientras tú duermes, ajeno a todo. Y a mi se me congelan las palabras, que Salamanca es muy fría cuando quiere.

La ciudad y tus silencios. La ciudad y sus silencios. Y mi silencio de mierda, por no tenerte aquí conmigo.


viernes, 13 de septiembre de 2013

Por mi tripa.

Que no me pegues tus manías, que no las quiero. Que no me hagas disfrazarme de otra. Que no recorras continentes de tu habitación a la mía, que luego te veo y me pierdo. Que no me beses si vas a tardar siglos en volver a besarme.

Que no tienes derechos. Que no me susurres al oído, ni me roces preguntando qué hacer con tu ropa, que yo no sé qué hacer con ella si luego no puedo desnudarte. Que no me mientas, ni me prometas, ni me metas ideas descabelladas en la mente para luego irte con un simple adiós. 

Que no me dejes con la palabra en la boca sin cortar antes mi respiración con tus dientes. Que no sonrías, joder, que si sabes que te quiero sonriendo, no sonrías. Que no me hagas temblar como si fuera pequeña, porque, o me tiemblas a orgasmos, o a nada.

Que no respires cerca de mi oreja si no te despides tocando mis manos. Que no me toques con tus manos, que están frías, como tu corazón (o más). Que no, que no te acerques, que no me digas que todo puede ser. Que no me hables. Que no te calles. Que desistas. Que no existas. Que me des una máquina del tiempo que me haga no conocerte nunca. 

Que no me invites a un café si luego pago yo. Que no me des tus copas, que me las bebo. 

Que no prometas.

Que no me jures.

Que no existas. 

Que desaparezcas.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Septiembre frío.

Sencillamente hoy no es un buen día, que no me saben los labios a café ni me duelen los dedos de hablarte.

Ni me grita el francés en la garganta. Ni recorro tus vicios. Ni me despido en portales. Ni miro a un ordenador cabreada. Ni presumo de tu presencia.

Hoy no es un buen día.

Porque me duelen las entrañas de tenerte lejos. Porque no me acuerdo bien de qué llevabas cuando te conocí. Ni cuando te he besado.

Ni te recoges las mangas de la camiseta con los puños. Ni me miras desesperado. Ni sujetas mi vestido mientras me cortas la respiración a besos.

No es un buen día porque te echo de menos. A ese tú de hace tiempo. A esos nervios de verte. La sonrisa ciega. Aquella camiseta de Marea. Tus dudas. Infinitas.

Ni creo en verte beber en los bares, ni escribirme porque crees que me has visto. Ni agarrarme sonriente. Ni preguntarme si tengo los labios pintados.

Hoy no es un buen día porque estás lejos. Y tu voz no me toca aunque te grite. Porque nunca respondes.

Hoy te amo más de lo que nunca lo hice. Con más miedo. Y más valor. Hoy te quiero por lo que te he querido. Por tus cinco de la mañana. Hoy te quiero por los domingos. Por las lágrimas. Por la desesperación. Por nuestro caos que nos hunde.

HOY. HOY. HOY. HOY. HOY. Porque es Septiembre, TU SEPTIEMBRE.

HOY TE GRITO PORQUE TE QUIERO Y NO PUEDO TENERTE.