Sencillamente hoy no es un buen día, que no me saben los labios a café ni me duelen los dedos de hablarte.
Ni me grita el francés en la garganta. Ni recorro tus vicios. Ni me despido en portales. Ni miro a un ordenador cabreada. Ni presumo de tu presencia.
Hoy no es un buen día.
Porque me duelen las entrañas de tenerte lejos. Porque no me acuerdo bien de qué llevabas cuando te conocí. Ni cuando te he besado.
Ni te recoges las mangas de la camiseta con los puños. Ni me miras desesperado. Ni sujetas mi vestido mientras me cortas la respiración a besos.
No es un buen día porque te echo de menos. A ese tú de hace tiempo. A esos nervios de verte. La sonrisa ciega. Aquella camiseta de Marea. Tus dudas. Infinitas.
Ni creo en verte beber en los bares, ni escribirme porque crees que me has visto. Ni agarrarme sonriente. Ni preguntarme si tengo los labios pintados.
Hoy no es un buen día porque estás lejos. Y tu voz no me toca aunque te grite. Porque nunca respondes.
Hoy te amo más de lo que nunca lo hice. Con más miedo. Y más valor. Hoy te quiero por lo que te he querido. Por tus cinco de la mañana. Hoy te quiero por los domingos. Por las lágrimas. Por la desesperación. Por nuestro caos que nos hunde.
HOY. HOY. HOY. HOY. HOY. Porque es Septiembre, TU SEPTIEMBRE.
HOY TE GRITO PORQUE TE QUIERO Y NO PUEDO TENERTE.
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