Nos sigo acumulando momentos como una loca, es como una droga que me hace ser feliz y a la vez me entristece. No he sido capaz de llorarte hasta ahora mismo. Digo tantas cosas, peco de bocazas, pero al menos, nunca te miento.
Te quiero con más miedo del que creí poder tener. Me moría por obtener ese premio de tu boca. Y de repente, puedo creer en confianzas y promesas. A la vez que se me va partiendo el corazón. Claro que te lo permito, te lo permito todo menos no besarme. Y eres ese segundo previo que me haces tener cada vez que te acercas. Miedo a que todo dure tan poco. Un instante fugaz sólo para hacerme feliz de un modo casi eterno. Etéreo tú, de sabor dulce y amargo, de olor (lo tuyo de los olores).
Tus roces, tu forma de hacer todo elegante y perfecto. Esa manía tuya de ser guapo a rabiar. Y esa forma de abrazar. Y lo de los besos. Y tú sonrisa. Esa sonrisa por la que vendería mi alma al diablo.
Absorbo cada uno de tus detalles por si otra vez dejo de verlos. Me hiero tanto. Te hieres tanto. Me hieres tanto. Te quiero tanto.
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