"Aunque sepa que la estés cagando, te apoyaré a cada segundo."
Cuando ese es tu lema de vida con alguien, sabes que quieres a ese alguien. Sabes que lo vuestro es irrompible, es junco que se dobla y nunca parte.
No me acuerdo de cuándo la conocí. Yo siempre he sido una persona de contarle mis problemas hasta a las piedras, pero desde que la conozco no me hace falta, ella es mi cimiento, ella sujeta todo lo que hago, lo que vivo. Si estoy triste, sólo me hacen falta dos minutos para sacarme una sonrisa; incluso a veces basta con verla. Podemos dormir juntas sin tocarnos. Y despertar felices. Podemos atraparnos debajo de una cama por saltar haciendo el superman. Es que somos muy de saltar, muy de confiarnos. Somos de esa clase de amigas que dan miedo, de las que se miran y provocan cierto fuego en la gente (confianza o envidia, eso ya depende de los demás), porque terminamos la frase de la otra sin que la otra haya empezado a pronunciar la frase.
No sé si todo esto se debe a las experiencias vividas o al simple hecho de que su dulzura te atrapa. Es la mejor amiga que nadie pueda imaginar. De las que te hacen caso a las 5 de la mañana. De las que te acogen en su casa por el simple hecho de que no tienes un buen día. De esas que se adueñan de tu cama y tu comida sin necesidad de preguntar y que te traen tu zumo favorito porque sí, o te dejan un libro que adoras sin ni siquiera pedírselo. Es de esa clase de gente que hace esquemas en noches de estudio para intentar entender cómo ayudarte. De las que están a tu lado sin hablarte porque no es necesario. De las que te hacen hacer locuras sin replanteártelo más de dos segundos, de las que lo organizan todo para que tú no tengas dudas.
Bueno, ella es única, nunca lo entenderéis ni pretendo que lo hagáis, sólo escribo porque quiero que me tengáis mucha, mucha envidia, porque la verdad, tengo la mejor amiga que nadie pueda imaginar y eso no me lo quita nadie. Y sinceramente, si de algo estoy orgullosa es de poder tenerla a mi lado.
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