lunes, 10 de junio de 2013

Eres.

Eres de lo que no hay. De lo que no hubo. De lo que no habrá.

Como un baile ensayado de miradas. Y después volver a ver tus pestañas. Esa sonrisa. Esos dientes blancos. Y palabras que suenan más bonitas con tu acento. Eres la búsqueda de un magma, incomprensible, mágico y otras veces vulgar. Eres todo el tiempo que no tienes, y los latidos que me negaste. Ese amanecer implacable. Eres las cinco de la madrugada. 

Eres los pasos que diste, el pararte en un semáforo. Ese rodeo inútil y tu dedo señalando un balcón. Eres lo que no olvido, la copa que dejaste, las pajitas con sabores. Eres ilusión y grito. Desistir, insistir, existir. Morir en tu existencia, en tu fetichismo, en tu teclado y en tu color.

Eres esas gafas, palabras de moderneo, los bolígrafos que silban, las mariposas muertas y vivas, agonizando en mi estómago y en estómagos ajenos. Eres de dos y de tres, eres verdad y mentira, a partes iguales, decir "siempre engaño, pero contigo haré una excepción". Contradicción, vino inventado, mesas de ordenador. Indecencia en corredores oscuros. Sexo y decepción.

Eres una risa ahogada, al lado de una lágrima. Eres lo que no hubo. Ni hay. Ni habrá. Contigo.

¿Sabéis ya a qué sabe la pajita que colecciono con más cariño?

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