sábado, 8 de diciembre de 2012

Soy grito y soy cristal.

¿Alguna vez te he dicho que si me pierdes me pierdo? No puedo insistir más en intentar entender esto. A veces la vida es así de cruel, nos intenta arrebatar lo que queremos, y te llama alguien diciéndote que puede que mañana te falte esa persona. Y gritas y lloras y te pones a arreglarte para salir de fiesta, porque quizás los besos te calmen. Qué miedo. Te llevo tan dentro del corazón que si te vas, me lo arranca el destino. Y en ese preciso momento viene una persona a mi mente. No es lógico, es más bien irracional, es gritar, es arrancarte las entrañas intentando entender por qué alguien viene a mi mente en un momento así. Y tienes un, ¿cómo era?, detalle. Y lo único que quieres es que te partan labios, miradas, caricias, que te partan manos y sonrisas. Sólo quieres perderte en un cuerpo que te arrope con los ojos. Quieres ese optimismo dentro de ti, ese todo irá bien, ese ánimo. Quieres que todo fuera diferente, que nadie os hubiera partido el corazón y fueseis capaces de amar. Y no podéis porque, en fin, están rotos. Y entonces nuestras capacidades desaparecen y existe ese miedo a encontrarlas si hay besos. Creo. ¿Es así? Dímelo tú, ¿es el miedo a que te quiera? ¿Es pánico atroz a seguir viviendo y que todo cambie? ¿Eres feliz? ¿Eres capaz de besar?

Y destino, destino, cambio el mundo, cambio porque no te lleves a mi eterno. A mis ojos negros. Pido que me dejes siempre a su lado; con sus locuras, con su mal humor, con su Extremoduro. Pido que nunca te lleves lo que más quiero. Por favor, bésame eternamente, como cuando de pequeños nos comíamos aquellos lacasitos escondidos y tú te hacías el mayor enseñándole películas de miedo a tu pequeña, a tu prima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario