Te escribo esta carta con calma, con la certeza de que nunca me leerás. Estás en cada palabra y en cada motivo.
Hoy tuve mucho miedo, te he visto y el orgullo y el miedo me han podido. A veces ni te entiendo, ni sé si esto es un juego. Dices que confíe en ti y lo hago, pero es que a veces explotan las nubes y llueve dentro de mi. Me ahogo y grito si no me reconoces por las calles, si tú no tienes ese radar para mi. Es totalmente ridículo que las últimas dos mil horas tú hayas ocupado mis pensamientos, pero así es.
Dudas de ser mi prioridad, pero no sabes lo que te lo demuestro cada mañana, despertándome con el único propósito de hacerte sonreír. Aguanto estoicamente cada vez que me dices que yo no soy tu prioridad (ni mucho menos), incluso que soy tu último plato, el postre de las bodas, cuando nadie puede comer más. He absorbido cada una de las palabras que has dedicado con un mínimo de tu corazón hacia mi persona, pero te has olvidado a veces de que un cumplido, me hace feliz. Hemos jugado al gato y al ratón. Me has hablado de que no sea sentimental, que no hable de cómo quiero explotar en tus manos. Estoy dudando de si seguir o no escribiendo. Llevo meses preguntándome el por qué de todo lo que nos ocurre. Llevo demasiado tiempo drogándome con tu sonrisa en la distancia, pero me duele porque no me acuerdo de tu voz, ni de tu rostro. Y me duele porque las casualidades están jugando con nosotros. Se me acaban las palabras. Quizás no debería seguir con esto. Pero hemos cometido tantos errores, nos conocemos tanto. Tú dices que no te conozco, pues es mentira, porque cómo no conocerte si cada día sueño contigo.
Me has pedido perdón por ser difícil, me has dado las gracias. Y yo siempre te espero.
Lo siento, a partir de ahora voy a ser yo, con todas sus consecuencias. No sé cuándo nos perdimos ni el por qué. Pero es la primera semana en meses que no nos hemos hecho adictos el uno al otro. Y eso da tanto miedo que me han salido raíces del corazón, lo han roto y ha brotado poesía.
De tus sombras prometidas, un beso.
De tus labios infinitos, una sonrisa.
De tus palabras inteligentes, un beso.
De tu pelo, de tus manos, una sonrisa.
De tus fotos, tus secretos, un grito.
De tus manías, tus monosílabos, un deseo.
De tus cafés y tus faltas, un grito.
De tus perdones, tus verdades, un deseo.
De tus despeinados, tus reproches, un te quiero.
De tus preocupados, tus ligerezas, un sueño.
De tus desquicies, de los míos, un te quiero.
De tus promesas, tus incumplidos, un sueño.
De cómo sueño con tu sonrisa,
con tu beso; te deseo,
te grito un te quiero.