jueves, 28 de febrero de 2013

Que tu m'aimais encore.



No nos hemos vuelto locos, nos hemos desesperado por no encontrarnos. ¿Repetiría lo hecho hasta ahora? Creo que no, creo que buscaría otro camino. Soy yo la que la caga una y otra vez, pero a ti te faltan tantas cosas...¿Cómo nos dolemos? ¿Cómo nos aferrábamos? ¿Se nos ha olvidado? Te grito cada trocito de mi alma. Tú, ya lo sabes, creo que ha llegado el día en el que te has dado cuenta de que esto es real e irreal a partes iguales.


Tienes en tus manos lo que nos puede unir o separar. 


No quiero respirar un aire que no sea el tuyo.

jueves, 21 de febrero de 2013

Los días no vividos.

Me dejé volar y se me volvió a olvidar. Me olvidé de que la vida, en realidad, es un cúmulo de sensaciones que merecen ser vividas con alguien especial. Me desvié del camino. Decaí y volví a despertar. Con el amanecer de levantarme del suelo y ver que todo había cambiado. No sé si son mis músicas, tus silencios, mis agravios, mis pecados, mis errores, tus problemas, tus agobios, mis palabras, tus notas. Son mis fuertes y mis débiles, mi sociedad contra tu mundo. 

Despertarse y luchar contra todo por tu boca.

Despertarse y jugar a ser kamikaze, con tus grandezas. Grande (Magnus).

Volverse loca con tus iniciales una y otra vez, tus putos cafés. Me sabes a café en vez de a cerveza (a agua de valencia, joder). 

Dulce, amargo.

Labios que se buscan desesperados como las manos aferrándose en los bares, como la locura de esquinas y escaleras.

Quiero tus lluvias y tu pelo.

Te quiero sentir tan cerca...

Llueve fuera, tú. Llueve. Y no me llueves a mi. Y joder, cómo te quise (llo, ca) . Joder, cómo te quiero (ver, fé).

Te quiero, te quiero llover. (Amaneceres). (Diez mil). Cómo sería que me entendieras. Si lo vives, silba una señal.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Con sólo una sonrisa.

Controla el aire y vierte gemidos. No sé de dónde sacamos el tiempo para los otros y no sabemos contar agujas de reloj en el orden inverso para nosotros. A veces pienso en despertarme y huir, encontrarte donde sea, porque no sé dónde buscarte. Despéñate, despéiname. No puedo ahogarme en una terraza, pero puedo contar hacia atrás. 11, 10, 9, 8...Vamos dando vueltas. El bar ya no huele a ti porque allí ha habido muchos otros. Pero hay otras cosas que nunca se me olvidan, las barandillas blancas y las luces negras. Abro el libro (miento) con tu boca en sus palabras. Palabras del mismísimo...pero las pronuncias tú, con ese acento tan tuyo. Indescifrable. Tus juegos. Mi inmadurez. Mi nerviosismo. Mi pelo de haber dormido con otro. Tus mentiras. Las mías.

No puedes, viene ella. No puedes tienes trabajo. No puedes porque se nos ha gastado la sangre. 

Cómo exagero, no hay lágrimas ni corazón roto. Y el dolor es real. Explótate. Un mínimo de esfuerzo. No progresa, ni siquiera adecuadamente. Me acuerdo de nuestras manos aferrándonos y de cómo se te cambiaba la cara al verme. Y de cómo, JODER, perdí la única oportunidad que ha habido. ¿Sabes? Sí, lo sabes porque lo sabes todo. Voy a contar tus rizos, me voy a perder en tus ojos, voy a desear no haber nacido nunca y haber nacido mil veces sólo para conocerte. Griego, magnus. Tú. 

Te estás perdiendo la belleza.

Cuando escribo abro mi corazón a completos desconocidos. Lo más sencillo es que lo destrocen. En cambio, no lo hacen. No voy a decir que tú sí lo hagas. Me canso de discutírtelo.

Pero, ¿no te da pena la situación? ¿Que ellos conozcan mi vida mejor que tú?

Tiemblo como cuando hace mucho frío, pero ya no soy esa pequeña, no. He dejado de tener sentimientos, me los guardo, no vayan a hacerte daño. Que lo sepas, estás enamorado de mi, pero más del miedo. Que sepas que me importa una mierda, pero si me pides que me vaya contigo, me voy al fin del mundo. Porque el sol nos daba de frente. Y te gustaron mis cigarros, mi incapacidad de callar y mi ignorancia del mundo. Porque joder, eres como yo, y yo sé que tengo miedo. Se te está marchitando el puto café de lo que te has olvidado de él. Se te están yendo a tomar por el culo los sueños. Has dejado de vivir. Tú me dices que eres feliz. Menuda mierda cómo follas si no amas. 

lunes, 11 de febrero de 2013

Más visceral, más práctico.

¿Qué cojones es el amor? le pregunto al aire mientras me hundo en un momento alejado de los sentimientos. A veces me acuerdo de cuando tenía 13 años, lo veo también en mi hermano pequeño. Todo ese sentimiento de sufrimiento, ese dolor inalcanzable para luego...¿qué? Después olvidamos a la gente, yo ya no me acuerdo de personas a las que escribí hace años. En cambio el sufrimiento aquél era real. ¿Por qué sufrimos? ¿Depende de las personas o está dentro de nosotros? Es decir, el amor ¿existe siempre o es un capricho? ¿Es el amor como el chocolate, que nos gusta porque nuestra madre de pequeños nos lo quitaba? ¿Es lo inalcanzable lo que nos enamora?. Llevo un rato dándole vueltas a esto, analizando todo el tiempo que ha pasado.

Me sigo clavando en tus pupilas, creo que eso es amor. Sigo viendo tus fotos y pienso en tu belleza inalcanzable. Tengo recuerdos vagos contigo y mucho miedo a no volver a estar a tu lado. Hace semanas que nos hemos perdido, creo. No sé si llorar o dejarlo pasar. A veces tú eres la droga que me retiene a su lado, pero últimamente no sé qué hacer. Dice mi madre, sin palabras, que te odia. Que no te conoce pero te odia. Me lo ha dicho hoy con un beso cuando me ha visto una lágrima mal disimulada. Dice, con ese beso, que no entiende de tus miedos y que bastante tengo yo para que tú vengas aquí a besarme sólo cuando a ti te apetece. Dice que no trates a los besos como algo indiferente cuando para mi no lo son. No contigo. Dice Karla, con palabras, aunque no hagan falta, que no va a dejar que me rinda contigo, que será mala amiga, pero que ella va a insistir porque es lo correcto, que me desenamore cuando ya no haya vuelta atrás, pero que hasta entonces luche.

Digo yo que te echo de menos. Que has pasado de estar en las canciones a estar en cada molécula de oxígeno y, la verdad, eso duele. A veces me replanteo si amarte es correcto, ya no lo sé muy bien. Sé que te quiero y que daría todo por ti, pero sólo si tú das el primer paso. ¿Entonces es amor? No hay pruebas físicas de tu existencia, lo sabes. ¿Te escondes? ¿Me escondes?. Quiero que sepas que soy inteligente, bueno, eso ya lo sabes, de momento he aprobado todo. Sigo durmiendo poco y como mal. Mi adicción al café continúa, aunque ya nunca te de los buenos días. Echo de menos las fotos, eso sí que lo echo de menos. También extraño que me molestes en medio de clase. Los piropos no, pero no sé si ya los dices desde el corazón. Echo de menos que me recomiendes películas y tus monosílabos incorrectos. Echo de menos tus extrañas manías sobre la ortografía y las discusiones que no iban más allá de "qué director era mejor". Hace mucho que no te veo. Debes saber que me sigo follando a otros, pero no te lo cuento, aunque ya no lloro después de hacerlo (¡qué cosas!). También tienes que saber que ya no tengo miedo, que él se ha ido. Y que la mayoría de los textos son para ti, claro. Debes saber que escucho tu música de nuevo. Y me gusta, joder, me encanta, no sé si porque es tuya o por qué. 

Bueno, me despido, porque empiezo a escribir mierda que nunca leerás y, la verdad, para sentirme inútil, mejor lo haces tú.

viernes, 8 de febrero de 2013

Hermético.

A veces no puedo dedicarte más canciones porque entonces te las quedarías todas. No puedo dedicarte más poemas porque entonces te llevarías el lenguaje y yo soy más de piel. Somos más de piel y de manos grabadas en nuestros "culos bonitos". Somos más de no ser en plural. De girarnos entre la gente y de encontrarnos de frente. A veces pienso en esos primeros tiempos, en aquellos tiempos en los que se nos daban las casualidades debajo de cada piedra. Recuerdo especialmente un día en el que nos cruzamos sin querer, había mucha gente en medio y nos agarramos las manos y te acercaste a mi entre la gente. Y sentí como si nos estuviéramos aferrando el uno al otro para no caer en el abismo. Y si lo recuerdo me da vértigo, pero siempre escojo agarrarte para que no te caigas.

A veces ya no sé ni cómo escribirte, pero surgen las palabras que salen de mis dedos. Quiero que mis manos no pesen, como cuando te escribo. Quiero que mis manos pesen como cuando te toco, atraídas por tus gravedades. Quiero besarte por el simple hecho de besarte, de sentirte cerca. A veces pienso que simplemente me sirve un abrazo. Te necesito tanto. Es pura química, quizás le encuentres lógica; yo no.

A veces hago listas y esquemas en los que intento descifrar lo indescifrable. Pienso en tus virtudes y vicios, tus muchos defectos. Y me deja de importar. Si tú eres el tú de estas Navidades o eres el tú que eras aquel Octubre, entonces la lógica desaparece automáticamente.

A veces me acuerdo de tus insomnios. Y redescubro nuestros secretos. No hay nada más placentero que compartir un secreto con alguien a quien quieres. Da miedo, el mundo nos va a aplaudir, pequeño, nos va a aplaudir cuando nos fundamos. Y lo sabes. Y lo sé. ¿Por qué no nos fundimos ya?

A veces sé que escribo mierda para ti, pero tú te callas y no sé si sonríes porque "me sale del corazón". Cualquier cosa que sea un atisbo de piropo, para mi es maravilla de tu boca. Cómo pudo Dios permitir semejante belleza, joder. Sonreír en ti es explosión, big bang.

A veces te echo demasiado de menos y pienso, loca de mi, en salir corriendo detrás tuyo y besarte. Pero da miedo tu reacción, que no me beses.

A veces creo en ti, creo en mi. Confío en eso. En que estás en cada canción.


SUPERSUBMARINA: HERMÉTICA.

Tan solo tres segundos 

fueron necesarios 
para quedarme prendado 
de los gestos de tus manos. 

Tú estabas tan brillante 
y yo era tan cobarde, 
que esconderme en cada parte 
era mi modo de afrontar la situación. 

Me resultaba tan romántico 
esa forma de estar mirándonos. 
Fue tan extraño que estaremos 
mucho tiempo imaginándonos. 

Cómo he podido echarte 
de menos estos días, 
aunque estamos en proceso 
de saber de nuestras vidas. 

Y ahora tenemos 
toda la vida por delante, 
el tiempo está de nuestra parte, 
trasladémonos a nuestra dimensión. 

Así que no estés tan hermética, 
tan misteriosa y enigmática. 
A mí me gusta ser más básico, 
más visceral, más práctico. 

jueves, 7 de febrero de 2013

I believe.

¿Sabes? Aunque nunca te atrevas, aunque nunca te tenga, serás esa espinita clavada para siempre. Serás el beso que sueño para dormirme. Serás todo y más.

Yo te ofrezco el mundo, es así de sencillo. Tú nunca lo dejas ni lo tomas. Pero algún día no estaré aquí, así que ven, bésame, olvídate de pretextos y desnúdame el alma, que los cuerpos nos dejaron de importar hace ya mucho tiempo.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Sin ti no soy nada, una gota de lluvia mojando mi cara.

-Aunque nunca estemos juntos, él es el amor de mi vida. Nunca había sentido esto por nadie.

-No lo es. Sientes esto porque cuanto más crecemos, más maduros son los sentimientos. Porque ya no nos arriesgamos a lo primero que pillamos, porque ya no nos ilusionamos en seguida con lo primero que encontramos. Ahora distinguimos. Buscamos algo más que un puro atractivo y un sentimiento, buscamos una mente y nos enamoramos de la persona y de la mente.

-Creo que ahora nos damos cuenta de lo que vale de verdad, de lo que buscamos. Y auque sigamos como si tuviéramos quince años, con rabietas, con lágrimas, ahora sabemos que lo daríamos, de verdad, todo por esa persona. TODO. Aunque no nos corresponda, aunque sea imposible, porque con quince años nos desenamorábamos, pero ahora no podemos porque lo llevamos debajo de la piel. 


*Dedicado a la persona que más quiero en el mundo: Tú, Karla, tú.

martes, 5 de febrero de 2013

Me faltas tú.

Todo lo que pedía era un acto de fe, un acto que implicara que tú estás aquí. Y me das una de cal y otra de arena. Me dueles tanto que por las noches tengo miedo y no duermo. Me dueles tanto que cuesta seguir viviendo sin que los gritos ahoguen mi garganta. Nunca supe vivir, pero tú me lo pones más difícil. Fue duro un sábado sin tus besos, fue duro un domingo después de aquello. Es más duro el lunes si puedes y no quieres. Y así completo las semanas, jugando al revés y desviviendo tu vida. Hilos que me enganchan y me agotan. No sé concentrarme en algo que no sea tu pelo. Cómo duele. Y más si es mi culpa y te mendigo imposibles.

lunes, 4 de febrero de 2013

Ya no eres más que sombras.

Te escribo esta carta con calma, con la certeza de que nunca me leerás. Estás en cada palabra y en cada motivo.

Hoy tuve mucho miedo, te he visto y el orgullo y el miedo me han podido. A veces ni te entiendo, ni sé si esto es un juego. Dices que confíe en ti y lo hago, pero es que a veces explotan las nubes y llueve dentro de mi. Me ahogo y grito si no me reconoces por las calles, si tú no tienes ese radar para mi. Es totalmente ridículo que las últimas dos mil horas tú hayas ocupado mis pensamientos, pero así es.

Dudas de ser mi prioridad, pero no sabes lo que te lo demuestro cada mañana, despertándome con el único propósito de hacerte sonreír. Aguanto estoicamente cada vez que me dices que yo no soy tu prioridad (ni mucho menos), incluso que soy tu último plato, el postre de las bodas, cuando nadie puede comer más. He absorbido cada una de las palabras que has dedicado con un mínimo de tu corazón hacia mi persona, pero te has olvidado a veces de que un cumplido, me hace feliz. Hemos jugado al gato y al ratón. Me has hablado de que no sea sentimental, que no hable de cómo quiero explotar en tus manos. Estoy dudando de si seguir o no escribiendo. Llevo meses preguntándome el por qué de todo lo que nos ocurre. Llevo demasiado tiempo drogándome con tu sonrisa en la distancia, pero me duele porque no  me acuerdo de tu voz, ni de tu rostro. Y me duele porque las casualidades están jugando con nosotros. Se me acaban las palabras. Quizás no debería seguir con esto. Pero hemos cometido tantos errores, nos conocemos tanto. Tú dices que no te conozco, pues es mentira, porque cómo no conocerte si cada día sueño contigo.

Me has pedido perdón por ser difícil, me has dado las gracias. Y yo siempre te espero.

Lo siento, a partir de ahora voy a ser yo, con todas sus consecuencias. No sé cuándo nos perdimos ni el por qué. Pero es la primera semana en meses que no nos hemos hecho adictos el uno al otro. Y eso da tanto miedo que me han salido raíces del corazón, lo han roto y ha brotado poesía.

De tus sombras prometidas, un beso.
De tus labios infinitos, una sonrisa.
De tus palabras inteligentes, un beso.
De tu pelo, de tus manos, una sonrisa.

De tus fotos, tus secretos, un grito.
De tus manías, tus monosílabos, un deseo.
De tus cafés y tus faltas, un grito.
De tus perdones, tus verdades, un deseo.

De tus despeinados, tus reproches, un te quiero.
De tus preocupados, tus ligerezas, un sueño.
De tus desquicies, de los míos, un te quiero.
De tus promesas, tus incumplidos, un sueño.

De cómo sueño con tu sonrisa,
con tu beso; te deseo,
te grito un te quiero.

sábado, 2 de febrero de 2013

Chemical between us.


La vida me duele más cuando tú no estás un sábado por la noche. Quizás dolería más si fuese domingo, no sé. ¿Qué le voy a hacer si te he perdido mil veces? Cada una de las veces que te he perdido me han dolido, pero lo que de verdad duele es ver cómo tú te rompes con mis rupturas. Y es que...¿cómo voy a dudar de ti cuando eres palabras? ¿Cómo? Aunque nunca traduzcas a actos y subas y bajes en una infinita tormenta de sentimientos ahogados. Nunca se te dio bien hablar de sentimientos.


Eres ese segundo en el que una boca se acerca a otra y ese sentimiento que provoca el suspiro. Eres cada una de las partículas de mi ser y el oxígeno del agua. Eres aire y viento que va y viene sin importarle lo demás, libre.



No sé en qué momento empecé a esperarte despierta. No sé por qué mis lágrimas dudan contigo, ni por qué me callo que cada uno de mis textos son por ti. No sé por qué he jugado la baza del orgullo, pero cada vez que mis manos empiezan a teclear tu mundo, me roza tu pelo en la distancia y ya todo es explosión. Y dejo de poder ver la pantalla porque las lágrimas forman esa fina presencia en mis ojos. Sin ti es como si hubiera perdido el mapa y el reloj, sin preocupaciones pero con tanto miedo de no saber volver. Y es que me caí en tu fuego antes de que existiera el fuego. Tú creaste el mundo. Y juego a que no hay nadie como tú. Y me pierdo en tu belleza, me absorbe la luz de tus ojos y el infinito acecha en tu sonrisa. JODER. (¿Sabes lo que sigue?). Da miedo. Y entre el terror y las lágrimas y ese sabor amargo de tus vaivenes, sigo con mi mundo haciéndote creer que mis prioridades no son tus destinos. Y me entrecruzo en un montón de caminos en los que irremediablemente te elijo una y otra vez. Aunque tú no lo sepas, mi vida, mis cruces son dolores del pasado y esperanzas del futuro. Mientras exista un poco de eso, seguiré creyendo en tu luz, en tus miradas, en tus distancias y tu cercanía. Amor, en todo, en cada uno de los versos de un tal Bécquer. Allí estás tú. Sombra eterna. Compañero leal. Hoy me he vuelto a morir un poco al no tenerte cerca, pero tú me importas más. Y lo sabes porque a ti te pasa lo mismo.

Eres mi leyenda de ojos verdes, pero de ojos oscuros. 

"-¡No me respondes! -exclamó Fernando al ver burlada su esperanza-. ¿Querrás que dé crédito a lo que de ti me han dicho? ¡Oh, no!... Háblame; yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer...

-O un demonio... ¿Y si lo fuese?

El joven vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus pupilas se dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquella mujer, y fascinado por su brillo fosfórico, demente casi, exclamó en un arrebato de amor:

-Si lo fueses.:., te amaría..., te amaría como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más de ella." -Leyenda "Los ojos verdes" Bécquer

viernes, 1 de febrero de 2013

We never lost control (and we should do it).

No sé ¿te he querido por tus manos? Tú me haces ser así, aunque te desquicien mis maneras. Si me haces llorar al ver tu belleza, si me haces estar en las canciones. Si eres las canciones. ¿Cómo quieres que yo no te quiera como si de una loca se tratase? Echo de menos tus manías. Echo de menos al que creí que eras. Es desesperante ¿sabes? Son las tres y aunque no estás te siento en mis brazos. Menuda mierda, me haces ser como tú. Y eso no me gusta, porque te odio.

Te odio porque conozco exactamente cómo desnudarte.
Te odio porque sé cuándo tu sonrisa es verdadera.
Te odio porque no me has dado una oportunidad.
Te odio porque me haces sentir como una niña de 15 años en un cuerpo que no le gusta y en un mundo que no la entiende.
Te odio porque te entiendo.
Te odio porque sufres a veces y eso es lo más doloroso que me puede pasar nunca.
Te odio porque me has dado y quitado el caramelo muchas veces.
Te odio porque no me queda café.
Te odio porque no te estoy tocando.
Te odio porque a veces no contestas.
Te odio porque ocupas cada puto pensamiento.
Te odio porque nunca dices lo que sientes.
Te odio porque me engañas.
Te odio porque me has aficionado a tus gustos.
Te odio porque me has atrapado.

TE ODIO PORQUE ME HE ENAMORADO DE TI.

Cuando me gire entre la gente serás tú.

Entré en su habitación impecablemente ordenada. Normal, era viernes. Yo le había pedido muchos viernes, no quería jueves ni sábados de borrachera. Ni quería amanecer deprisa entre semana. No quería, ni mucho menos un domingo: los domingos son para entrar en mis sábanas y hablarte desde ahí. Me senté en su cama. Quería que la película fuera larga, para que se acercase nuestra hora más fácilmente, pero al final escogí esa magnífica película porque no la habías visto y yo quería ver ilusión en tus ojos. El humo del cigarro se difuminaba poco a poco mientras se extinguían las últimas palabras

 "-Pourquoi moi? -Parce que tous les autres m'ennuient, que tu es différent."

Creo que nos había atrapado el francés, porque habíamos soportado la película estoicamente, sin apenas rozarnos. Te suspiré cerca de la boca, con ilusión por si mi elección había sido la correcta. No tuve tiempo de saberlo, porque entonces tus suspiros se adentraron en mi garganta y gruñiste como ya lo habías hecho antes. Me arañaste ligeramente con la muñequera negra en la espalda. Y gemí inevitablemente, y se convirtió en sudor. Noté el roce de tus uñas entrando por mi camiseta, alzándose a mi espalda. Te cogí del pelo, apoyándome sobre tu cabeza. Tus rodillas entreabrieron mis muslos, y me alzaste a un vuelo infinito, por encima de ti. Me senté sobre tus piernas y abracé tu espalda con las mías. Seguía perdida entre tu pelo y no parabas de gemir muy dentro de mi. Nos sobraba ropa. Recorrí lentamente tu espalda mientras los besos se convertían en salvajes selvas de fuego. Llegué a tu vientre y mi mano aún estaba fría para el calor de tu torso, recorrí cada vez más deprisa cada uno de los botones de tu camisa para descubrir tu camiseta debajo, la aparté separando mis labios de los tuyos, mirándote con la boca torcida. 

Tus manos arrancaron mi camiseta, dejándome vulnerable ante ti. Pero aún estábamos muy pegados para eso. Tu camiseta voló por encima de tu cabeza y volví a enredar mis manos en tu pelo, queriéndote despeinar (más aún). Y me levantaste tú, y te levantaste tú, conmigo enredada en tu espalda, soltaste un murmullo y me sujetaste contra la pared. "Estas paredes aguantan lo que sea", gemiste. Tenías demasiada ropa para estar yo tan descalza. Enredaste tu mano en mi falda (la que te gusta) y recorriste el interior de mis muslos, hasta llegar a tus fetiches. Desabroché tu cinturón con demasiada prisa mientras recorrías mi cuello con tu lengua. Lo necesitaba tanto. Sonó tu cinturón al caer al suelo junto con tus pantalones, elevaste las piernas, levantándome aún más, elevándome hacia el cielo para salir fácilmente del enredo de tus vaqueros. Desabrochaste mi sujetador mientras recorrías con las manos mis muslos, mi vientre, mi pecho, mi pelo, como cien manos que no paraban de acosarme en un infierno placentero. Notaba el calor de tu entrepierna clavarse en mi muslo. 

Y cuando tus besos culminaron en mi pecho, entre lamidos y mordiscos, entraste en mí sin desnudarme entera. Y en cada embestida sonaban los golpes contra la pared ahogados pos nuestros gemidos. Diez, veinte, treinta. Y me tiraste en tu cama de nuevo, para regocijarte en mi. Recorrías tan lento cada parte de mi anatomía, pasabas rozando mi pecho, tocándome demasiado poco, hasta que llegaste a mi secreto y penetraste con tus dedos durante unos segundos, una y otra vez. Y bajaron tus besos mientras mis gemidos se magnificaban en el silencio de la noche. Dos veces, hasta que atendiste a mis súplicas. Y entonces te volví a suplicar, cuando no me embestiste sino que decidiste entrar en mí, tres, cinco, siete veces, muy lentamente. Y, a punto de explotar, te decidiste a parar. Y otra vez más súplicas. Pero me decidí a hacer que fueras tú quien no pudiera parar, y mientras mi lengua recorría tu vello y llegaba al placer infinito, gemías suplicándome tú. Succión, lengua, lengua. Y cuando decidiste que no podía seguir follándote con mi boca, decidiste que el cabecero se llevase el resto. Nueve embestidas después los dos explotábamos a la vez, mientras se apagaban las farolas y empezaba a amanecer. 

Lo que pasó después, ni siquiera importa.