La vida me duele más cuando tú no estás un sábado por la noche. Quizás dolería más si fuese domingo, no sé. ¿Qué le voy a hacer si te he perdido mil veces? Cada una de las veces que te he perdido me han dolido, pero lo que de verdad duele es ver cómo tú te rompes con mis rupturas. Y es que...¿cómo voy a dudar de ti cuando eres palabras? ¿Cómo? Aunque nunca traduzcas a actos y subas y bajes en una infinita tormenta de sentimientos ahogados. Nunca se te dio bien hablar de sentimientos.
Eres ese segundo en el que una boca se acerca a otra y ese sentimiento que provoca el suspiro. Eres cada una de las partículas de mi ser y el oxígeno del agua. Eres aire y viento que va y viene sin importarle lo demás, libre.
No sé en qué momento empecé a esperarte despierta. No sé por qué mis lágrimas dudan contigo, ni por qué me callo que cada uno de mis textos son por ti. No sé por qué he jugado la baza del orgullo, pero cada vez que mis manos empiezan a teclear tu mundo, me roza tu pelo en la distancia y ya todo es explosión. Y dejo de poder ver la pantalla porque las lágrimas forman esa fina presencia en mis ojos. Sin ti es como si hubiera perdido el mapa y el reloj, sin preocupaciones pero con tanto miedo de no saber volver. Y es que me caí en tu fuego antes de que existiera el fuego. Tú creaste el mundo. Y juego a que no hay nadie como tú. Y me pierdo en tu belleza, me absorbe la luz de tus ojos y el infinito acecha en tu sonrisa. JODER. (¿Sabes lo que sigue?). Da miedo. Y entre el terror y las lágrimas y ese sabor amargo de tus vaivenes, sigo con mi mundo haciéndote creer que mis prioridades no son tus destinos. Y me entrecruzo en un montón de caminos en los que irremediablemente te elijo una y otra vez. Aunque tú no lo sepas, mi vida, mis cruces son dolores del pasado y esperanzas del futuro. Mientras exista un poco de eso, seguiré creyendo en tu luz, en tus miradas, en tus distancias y tu cercanía. Amor, en todo, en cada uno de los versos de un tal Bécquer. Allí estás tú. Sombra eterna. Compañero leal. Hoy me he vuelto a morir un poco al no tenerte cerca, pero tú me importas más. Y lo sabes porque a ti te pasa lo mismo.
Eres mi leyenda de ojos verdes, pero de ojos oscuros.
"-¡No me respondes! -exclamó Fernando al ver burlada su esperanza-. ¿Querrás que dé crédito a lo que de ti me han dicho? ¡Oh, no!... Háblame; yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer...
-O un demonio... ¿Y si lo fuese?
El joven vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus pupilas se dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquella mujer, y fascinado por su brillo fosfórico, demente casi, exclamó en un arrebato de amor:
-Si lo fueses.:., te amaría..., te amaría como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más de ella." -Leyenda "Los ojos verdes" Bécquer
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