Allí estaba yo, acercándome a un grupo de gente que parecía más mayor que yo. Soltando cuatro risas, siendo sincera. Y aún me río con la misma gente.
Allí estaba yo, besando los labios que no debía besar, pero que besé durante años.
Allí estaba yo, harta, a las tantas de la mañana, decidiendo que ese iba a ser un día grande. Y se me corrió el pintalabios a la puerta de un bar. Y la tristeza se alejó durante horas.
Allí estaba yo, con un grupo de gente que no conocía de nada, cantando en un lugar verde pradera. Y besé unos labios durante mucho tiempo.
Allí estaba yo, mirando a un chico despeinado con nombre de conquistador. Y no sé qué ha hecho para que sonrían mis labios esperando a que diga: ven.
Allí estaba yo, abrazando a una persona que no conocía de nada, sentándome a su lado para que pasase a ser mi mejor amiga.
Allí estaba yo, en un triste baño, fumando con un chico muy alto de pelo rizo.
Allí estaba yo, tomando un café con una chica de pelo rubio. Y creyendo (besando) en lo imposible y descubriéndome a mi misma.
Allí estaba yo, sentada sonriendo, a las 23:28 de un martes en Salamanca. Brindando sin copa por todas esas casualidades que hacen la vida más interesante. Por toda esa gente maravillosa que no sabías que ibas a conocer.
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