sábado, 6 de octubre de 2012

Qué no daría yo por tener tu mirada


¿Alguna vez habéis querido tanto que hacía daño? Eso es lo que pienso cada mañana. me despierto queriendo tanto. Queriendo a tanta gente hasta doler. Y pensar en perderles me aterroriza. Ahora que tú te vas, ahora que todos se van, no sé que haré. No me protegerán más. Me crié con vosotros, con vosotros he crecido. Contigo crecí y aprendí. Tu tacto fue el libro que abría el mundo ante mis ojos, tus ojos eran el más absoluto cielo en la tierra. Tus cantos de madrugada, con esa ternura infinita, la nana que soñábamos. Aún sueño que me la cantas. Aquellas palabras inventadas que sólo tu y yo entendíamos, las noches prohibidas en las que nos olvidábamos del mundo (qué dificil era después explicar dónde habíamos estado). Las batallas que libraste por mí, cómo me defendías con aquella fé ciega y qué duro era mirarte a los ojos y decirte una verdad que dolía, una verdad que hacía crecer más en mi la sensación de tu perfección frente a mis rarezas. Ahora que te vas y ya no me queda nada más que yo. Ahora que te vas es cuando más me echo de menos. Ahora es cuando las lágrimas se tropellan, cuando nacen las musas (que nacen del dolor las muy putas). Ahora que tus ojos oscuros no van a sostenerme, ahora que no eres mi protector, y me quedo ciega. Ahora que te pierdo y te vas lejos. Ahora es cuando más siento que te amo. Ahora. Ahora. Sin ti, pierdo todo.

A 6 de Octubre de 2012, 5:12, Mi habitación en Salamanca

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