Mi amor,
Sé que la vida nos
ha dado muchos malos tragos, que no quieres sufrir más, que piensas
que esto es mejor. No dudo de tu verdad, no dudo que quizás así
suframos menos. Pero a mí solo me quedan estas noches en las que no
dejo de pensar en ti, y sólo tu voz es el antídoto para tantas
lágrimas que derramo cada vez que eso me pasa. O cada vez que
escucho los acordes de alguna melodía que no deje de ser tuya y mía.
Cuando lloro, no sé por qué lo hago, simplemente brotan de mi las
lágrimas, esté o no pensando en ti. Antes era aún más duro, los
primeros días no quería creerlo, y por eso me refugiaba en el
dolor, el alcohol y la risa como remedio al sufrimiento. Pero ahora
ya lo entiendo, y no sé ni siquiera cómo borrar las ilusiones que
sin querer se agrupan en mis pensamientos. Ojalá pudiese hacer que a
ti nunca te duela el corazón. Leo tus cartas todos los días,
imagino que ya no sentirás eso, que poco a poco te olvidarás de mí.
Te persigo con la mirada y busco segundos de donde no los hay para
ver tus ojos. Necesito creer que si estoy cerca no desapareceré de
tu vida. Necesito besarte a veces, establecer un contacto estúpido
con tu piel, porque si no, pienso que me desesperaré y que no podré
seguir en pie al dia siguiente. Te echo de menos. No sé si
gritándolo lograré hacer que se apague un poco el dolor que este
sentimiento me provoca. Nunca me cansaría de pensar en ti. Nunca me
he cansado de eso. Nunca. Tengo miedo a que me ignores pues a veces
soy una molestia más en tu vida, pues estoy donde no debiera, y te
sigo sin rumbo. Pero creo que sin ti me voy a morir más lentamente.
Te necesito. Nunca me cansaré de decirlo, nunca me olvidaré de
escribirte. Nunca dejaré de pensarte. Siempre te esperaré. Te
quiero.
Ami.
De
algún momento de 2009, en algún lugar de HellCity
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